La cocina, era muy oscura aún habiendo dos ventanas, pero estas daban al pasillo de la zona interior del edificio y la incidencia de  luz era mínima, I y P deseaban poder cocinar con mucha luz y que no fuera artificial, llevaban años disfrutando en sus días de vacaciones del apartamento y cada vez se les hacia más pesado este inconveniente.

Así es como empezó nuestra relación, el tiempo de proyecto y revisión de presupuestos fue un poco largo, los clientes venían de una mala experiencia con la contratación de industriales y tenían dudas.

La mejor propuesta era abrir la cocina al salón- comedor, ganaríamos en luz, espacio, amplitud y mejor movilidad. Una vez ya definida la distribución de la nueva cocina y del resto del espacio, tuvimos que integrar unas piezas de mobiliario de herencia familiar, estos muebles habían formado parte de la infancia y adolescencia de los propietarios y eran inamovibles, también tuvimos en cuenta la pasión por la lectura que había en la familia y esto nos obligaba a buscar un espacio para una librería.

Con todos estos detalles, pusimos fecha y empezamos. Hubo cambios importantes de instalaciones: la finca tenía ya unos años y era el momento de mejorarlos. Se cambió el suelo que era de la época y lo sustituimos por un porcelánico efecto madera de lamas anchas en color roble claro, la madera era el material que nos seducía, pero al estar tan cerca de la playa no era una opción, el porcelánico nos daba un mejor mantenimiento. Conservamos las puertas y las lacamos en blanco, a parte de cambiar las manillas. Pintamos y por su puesto se hizo la cocina combinando los dos acabados de base, el blanco en muebles y la encimera en porcelánico, símil madera. Con todo esto terminado, montamos.

¡¡¡¡El resultado fue espectacular!!!!  La luz es la protagonista de este proyecto.